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El duelo y la medicación

El duelo más conocido es el que vivimos después de la muerte de alguien y en el que experimentamos “dolor” asociado a esta pérdida. Para acompañar este proceso, en todas las culturas se dan unos rituales que facilitan, desde un punto de vista social, favorecer espacios para dar apoyo a las personas que se encuentra en proceso de duelo. En nuestra sociedad, pero, cada vez son menos habituales estos rituales. Nos encontramos inmersos en una tendencia a negar la realidad de la muerte. La muerte se oculta, se circunscribe a los hospitales para no verlo en casa. Podríamos afirmar que la sociedad actual va en una dirección muy marcada de acercamiento al que nos proporciona placer y de alejamiento de todo lo que nos genera malestar.

Esta tendencia de búsqueda del placer nos puede llevar a recorrer, de manera desproporcionada, a la evitación del sufrimiento. Por ejemplo; no querer pensar en la situación temida («no quiero hablar»), no quiso hablar del tema («no quiero hacer sufrir a los demás con mis problemas»), estar permanentemente ocupado en otra cosa ( «me centro en la trabajo y nada más») o tomar medicación en exceso (» si estoy dormido, no sufro y nada me importa»). Optar para esta estrategia dificulta el manejo de emociones como: la frustración, la tristeza o la rabia.

Si hay una máxima en la terapia del duelo es que este hace daño y no podemos hacer nada para evitarlo, debemos pasarlo, debemos elaborarlo. No podemos vivir de espaldas a una emoción -en este caso, el dolor- que se está manifestando.

Los recursos con que contamos para afrontar el duelo tienen que ver con la propia capacidad para aceptar la realidad, la gestión que hacemos de las emociones, la sensación de apoyo que percibimos por parte de nuestro entorno, como lo vive nuestra familia, cuidar del descanso, la alimentación, el ejercicio físico, el cuerpo, leer sobre el duelo, pasear, buscar recogimiento, escribir, estar en silencio, ordenar recuerdos, hablar de lo que pensamos, compartir, buscar lo que nos relaje, nos anime o nos cuide entre otros.

El trabajo de duelo requiere de la activación de recursos personales que nos permiten afrontar este proceso, con el apoyo de personas de nuestro círculo social y familiar, así como con nuevas estrategias de funcionamiento que no habíamos puesto en práctica anteriormente y que aprendemos a raíz de la experiencia de pérdida.

Por supuesto otra opción a la que podemos acceder es la medicación. En algunas ocasiones puede ser necesaria y está más que justificada, pero a veces recurrimos con demasiada rapidez a lo que nos libera momentáneamente de sentir nuestras emociones; cuando experimentarlas, aprender a gestionarlas y drenar este dolor es una parte fundamental.

Hay que procurar no recurrir a la medicación como una forma de fuga y/o de anestesia emocional del dolor, porque entonces estamos convirtiendo la ayuda en un problema. Al optar por la medicación como recurso principal, puede bloquear esta expresión emocional. Cuando está controlada por el médico, adaptada a nuestra necesidad clínica y limitada en el tiempo, puede resultar de ayuda cuando los sentimientos, emociones y sensaciones físicas nos desbordan, son incontrolables y nos incapacitan para afrontar el día a día. Los síntomas del duelo señalan cuestiones que debemos elaborar, atender, observar y mirar con detenimiento para poder ir cerrando la herida. Suprimir el dolor sin realizar este trabajo podría llevarnos a hacerlo crónico. La medicación puede paliar y mitigar las sensaciones desagradables, pero en ningún caso por sí sola puede resolver el duelo.

Tal como menciona Payàs (2014), si estás en duelo y a manos de un médico y te estás planteando la posibilidad de tomar medicación recuerda los dos criterios que debes tener en cuenta en caso de que finalmente decidas tomarla:

                – Es un apoyo transitorio, es decir, limitado en el tiempo, con la perspectiva que habrá dejarlos.

                – Es necesario que lo complementes con un apoyo terapéutico adicional, individual o en grupo.

Es importante que si estás tomando medicación prescrita por otras condiciones médicas previas al duelo consultes con tu médico. No dejes ninguna medicación sin haberlo hablado con un profesional.

En resumen, terapia y medicación no son antagónicas, por supuesto, cada caso es único y como tal debe ser atendido según las necesidades de la persona.

Como siempre, podéis contar con los profesionales de la Fundación Catalana de ELA Miquel Valls para asesoraros y daros apoyo si necesitáis este acompañamiento en el duelo relacionado con la muerte de una persona afectada de ELA.

Bibliografía:

Losantos, S. (2019, febrer). Duelo y medicación: pros y contras [Entrada blog].

Pastor, P. (2019, gener). El exceso de medicación en el duelo [Entrada blog].

Payàs A. (2014). El mensaje de las lágrimas. Una guía para superar la pérdida de un ser querido. (1ª ed.). Barcelona: Paidós.

Sáez de Ibarra, A. (2016, setembre 8). Entender el duelo y su tratamiento [Entrada blog].

Departament de Psicologia de la Fundació Catalana d’ELA Miquel Valls, membres del Programa d’Atenció Integral a Persones amb Malalties Avançades.

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